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Hotel Rural La Fuente, octubre 2009. Marisa, habitación número 1, la más barata, se fue por la mañana con una sonrisa y un hasta pronto. Qué maravilla, dejaron una montaña de edredón, colcha y sábanas, una escultura que llega hasta el techo, le dije a Aníbal. Sin embargo, al retirarlo descubrimos que tras la marabunta de estímulos había una vulgar mancha de sangre proveniente de su segundo día de menstruación. Descubrí que no se podía afrontar este periodo de mi vida con la banalidad de limitarse a rellenar fichas, limpiar y recomponer habitaciones. Me impactó el olor de sus bolsas de basura, de todo cuanto descartaron y decidí, por no poder hacer nada para retener esas vivencias, para no renunciar por completo, para quedarme con una parte al menos, mínima, hacer fotografías de las arrugas que dejaban tras la noche. Indagué en el archivo buscando los nombres de pila de los durmientes originales y quise, al no encontrarlos, asignarles otros nombres como Jaime o Marina. Toda esta atención, estas ganas no tenían otra causa que la generosidad compartida y en la que estallábamos Aníbal y yo. Con alfileres permanecieron largo tiempo unas palabras que yo le dije: Ni tan siquiera despego los ojos y me pregunto por tus indicios. Pasé una noche estupenda pero no fue esta. Se impuso la separación, lo que convertiría a los durmientes en una necesidad de crear sin huir del amor aunque éste se desvaneciera a costa de la creación. ¿Por qué Pablo Esteve? Desde su nacimiento, los durmientes necesitaron una historia, tal vez sufrieron un accidente y entraron en coma. Empecé a indagar sin objetivo alguno dentro del espacio de lo intangible. Cuando lo vi por primera vez buscaba en la orilla de la playa, rastros de insignificante materialismo; contundentes caracolas por ser eternos pálpitos. No fue dificil imaginarlo como el narrador de las historias que, imaginamos, ocurrirían en aquellas habitaciones arbóreas. Arrugas que son las historias mismas, que son las piedrecitas traídas del océano de la vida. Este es un viaje a las habitaciones de los hoteles donde las respiraciones no se olvidan sino que impregnan sábanas y paredes : espacio durmientes.

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¿Tienes curiosidad? Puedes encontrarlo en: 

 

www.espaciodurmientes.blogspot.com.es

 

Colaboración con Ainhoa Batres

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© 2015. Ángel Martínez. Donosti.

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